Ayer fui como todos los días, a mi reunión de amigas alrededor de un humeante café y de una conversación de esas de chicas, donde no descubrimos nada, pero vuelves a casa nueva. Esto me lo he impuesto, primero porque me gusta, para qué disimular y además por aquello de «la relación social» que es muy importante para estar «al loro».
Surgió, no se porqué, recordar los primeros amores. Yo creo que habida cuenta la edad de todas, no es romanticismo ni nada que se parezca, es nostalgia pura y dura.
Nunca se me habría ocurrido pensar en el primer amor, en ese amor puro (propio de la época) limpio, romántico sin más, pero escudriñando en mis recuerdos, encontré el mío; Sí, sí, fue tonto, blanco y corto, pero me «marcó» para una temporada hasta llegar incluso a la inapetencia. Sexual? no, qué va! en aquella época no es que no hubiera de eso, no se pensaba, ni hablar!! era «mucho pecado».
Pensareis que estoy hablando de la Reconquista, pues no! no hace tanto años, pero la vida cambió en ese sentido. Qué voy a decir yo para no denotar mi edad?
Mi padre tenia un despacho en la ciudad con sucursales en varias provincias. Vivíamos en un pequeño chalecito, nada especial, de dos plantas y un pequeño jardín. Un día cuando volvía yo a mis 16 años del colegio, con mi uniforme gris, camisa beige, corbata y chaquetón azul marino, entré en casa y como todos los días fui a saludar. Se me cayó la mochila al ver que con mis padres estaba un chico guapo, pero guapo. Lo más guapo que había visto en mi vida. Embobada quedé cuando me lo presentaron como el encargado de una de las sucursales.
Me temblaban las piernas, sentí un sudor así como frío y notaba con horror que no podía disimular…un auténtico flechazo de esos.
Me despedí como pude y justifiqué mi ausencia con la excusa de ir a estudiar.
La salida fue gloriosa, al subir las escaleras hacia la otra planta, tropecé en el segundo escalón y volé en plancha tres o cuatro hasta mi aterrizaje. Un dolor horrible, pensé que me había roto algo. Cojitranca me levanté y dije: nada, nada, no ha sido nada, con voz meliflua. Nada? un ridículo espantoso. Tarde en reponerme.
No sabía que hacer en mi habita. Leer? nada, cada línea la repasaba diez veces. Oír música? tampoco.Mirar por la ventana? no veía nada. Qué desasosiego…! Opté por ponerme mona y pintarme como un coche para bajar a cenar.
La cena, que nunca supe lo que había comido…espléndida! y él conmigo simpático, galante, agradable, preocupado…nunca me habían hecho tanto caso ni tratado como una mujer.
Se iba al día siguiente y algo oí de que iba a venir el fin de semana.
Qué semana! busqué su teléfono e hice intención de llamarlo, pero no podía, cuando lo intentaba enseguida colgaba como si me diera calambre. Así una y mil veces.
Me sorprendía mirando al infinito pensando …en nada, puro éxtasis. Como mejor estaba era sola, imaginándome con él. Le veía venir hacia mí como en unas burbuja y yo corría a su encuentro y nos fundíamos en un abrazo…Sí eso era amor del bueno, vaya creo yo.
Por fin llegó el tan esperado fin de semana. Llegué a casa, fui corriendo al salón y allí estaba con una chica monísima(su mujer) y dos niños (sus niños). El chasco fue fenomenal, el dolor que sentí fue físico y lloré a solas sin poder decírselo a nadie, porque yo, dentro de mí, en mi ilusión, la más grande que había tenido…había fracasado.
Lo pasé muy mal, lo veía todo negro, incluso pensé que ya no volvería a encontrar nada igual, que mi vida se acababa allí…qué cosas! pero claro tenía 16 años.
Y es que cuando eres adolescente, te tomas la vida muy en serio. Ahora al rememorarlo aún veo su cara y mi pena.